Nos encontramos en el lugar de siempre, como cada medianoche, sedientos de amor.
Y apenas sin mediar palabra, nos perdimos entre mis sábanas.
Y apenas sin mediar palabra, nos perdimos entre mis sábanas.
Nadie en su sano juicio habría considerado aquella relación como sana, pero poco nos importó.
Mis manos, ávidas de placer, arañaron la espalda de aquel loco que dormitaba cada noche entre mis piernas.
No sé si me había vuelto loca de amor, pero la sensación que me embargaba se le parecía.
Cuando al fin se calmó el deseo que había entre ambos, nuestras respiraciones entrecortadas se sumieron en un compás con los latidos de nuestros corazones.
Él, agotado. Yo, rota de dolor.
No sabía a donde íbamos juntos, pero era consciente de que no llegaríamos muy lejos.
Y mientras él encendía su Marlboro yo me aferré a la almohada y grité en silencio,
"quédate esta noche, por favor."
"quédate esta noche, por favor."
Me estaba destrozando a mí misma, mi corazón no iba a aguantar mucho más.
Me volví una toxicómana que consumía entre horas su olor,
una yonki de sus besos,
una adicta a su piel.
Me volví una toxicómana que consumía entre horas su olor,
una yonki de sus besos,
una adicta a su piel.