01 diciembre, 2013

Domingos de Invierno, y eso que aún es Otoño. -

Acabamos como empezamos,
con el frío metido hasta los huesos.





Todo lo que sé del Invierno me lo enseñaste tú.

Me enseñaste que casa eran todos los colchones capaces de protegernos del frío.
Luego comprendí que para qué quería colchones teniendo tus abrazos, 
y me dí cuenta que hogar eras tú y tus besos en la clavícula.

Puede que en realidad no tuviese ni idea de qué era el Invierno
porque no sentía frío cerca de ti. 
Y ya me dirás.

Entonces un día decidiste dejar mi colchón helado
y, caramba, aprendí de golpe. 

Los Domingos nos vuelven nostálgicos, y eso, por qué no, 
también me lo enseñaste tú.
Ya me explicarás, la próxima vez que nos resucitemos, 
para qué me sirve la nostalgia si no estás para resguardarme de ella.

Pero aquí habíamos venido para hablar del Invierno
De lo mucho que me gusta y lo triste que me pone.
Como tú.

Porque tú eras Invierno. 
Y así quién quiere cuatro estaciones.